Exponerse
No recuerdo que el tiempo que llevaba sin darle un lavado al coche por dentro y por fuera. Uno de los adjetivos que más se adapta a mi forma de entender un coche es el de “utilitario”. Vale para lo que vale. No es un lujo ni una devoción, pero mejora mi calidad de vida y la capacidad de hacer cosas que sin él me llevarían más tiempo. Le hago los mantenimientos de seguridad estipulados, pero no soy de esos que se van el domingo al auto-lavado a pasarse horas puliendo la chapa.
Ayer le llevé a que le dieran un buen repaso y lo dejaran limpito. Y no pasó ni 12 horas antes de que lo rayaran. Unos rayajos de éstos hechos con saña por los 4 costados. No voy a ponerme a justificar al artista ni a hacerle un perfil psicológico, pero no hay nada como exponerse un poco en algo para ser la diana de los demás; convertirse en la justificación de los mediocres, en la vía de expiación de los amargados o en la gracieta de los machotes.
Me duele mucho ver cómo se critica cualquier iniciativa per se dentro de la Fisioterapia.
La libertad de que todo el mundo tenga una ventana donde expresar sus opiniones se convierte en libertinaje cuando solo se azuza, sin reflexión previa y sin aportar nada más, al que se atreve a dar un paso en alguna dirección
Tendemos a expresarnos como si fuéramos los padres fundadores de la Fisioterapia y valedores de la misma. Aunque realmente actuamos solo como libertadores del que acecha nuestro trocito de pastel. Y sobre todo tendemos a decirle a los demás lo que tienen que hacer o lo que no. Se nos olvida que no servimos a la profesión; solo la representamos. Y que a quien deberíamos servir es a nuestros pacientes y no a nosotros mismos. Dan ganas de quedarse sentadito, sin moverse mucho; a no destacar en nada, para que a uno no le intenten complicar la vida…
Pero va a ser que no. Lo siento, pero los rayajos y las pegatinas se van a quedar fuera, ya que hablan más del que los hace y las pega qué no del que las recibe. Las escucharé; prometo. Pero hasta ahí.
Como decía Ramón Trecet, bienvenidos al Curso Baloncestístico 15-16.
Pablo
Mucho tiempo en el mismo lugar
La eco
La historia puede resumirse tal que así: mi pareja decide tirar de seguro de salud y acudir, contra mi débil voluntad, a 15 sesiones de rehabilitación en un centro médico de Leganés. Probablemente lo hizo como forma de protesta ante, según ella, mi falta de interés verdadero en su insidioso dolor de muñeca.
Cuando acudió al centro mencionó que le habían realizado una ecografía 2 semanas antes por si era de interés del cuerpo médico. El fisioterapeuta que le recibió sugirió que la trajera el martes “que es cuándo viene el médico, para que la vea”.
Por fin el martes llegó, ella entregó la ecografía y las sesiones siguieron por sus derroteros. Una semana después preguntó “cómo iba lo suyo” a uno de los fisioterapeutas que le atendían y le dijeron que aún no había nada. Tres días después le entregaron el sobre y al preguntar que “cómo lo veían” la respuesta fue “todo está correcto”. Ante la pregunta de por qué le dolía entonces, le siguió un silencio evasivo del fisioterapeuta que se comía el marrón de la entrega y añadió que él también opinaba que “todo estaba bien”.
Al llegar a casa y con algo de resignación, me comentó la jugada y aceptó mi opinión de que aparentemente no había una razón en ella para sus síntomas y que probablemente la eco era innecesaria. Por otro lado aceptó mi promesa de hacerle “más caso” ya que este problema le estaba afectando cada vez más.
Hasta aquí todo correcto, ¿no? La «liebre saltó «cuando al sacar la eco para guardarla en la carpeta de las cosas del médico nos damos cuenta de que era una ecografía vaginal… Después de unos segundos de conmoción caímos en cuál había sido la causa del error: sobres idénticos del centro de radiodiagnóstico al que acudimos habitualmente. Las dos ecografías se habían hecho dentro de la misma semana y mi pareja entregó por error la que no debía…
Y ahora la PREGUNTA INTERACTIVA: ¿Por cuál de las siguientes opciones quiere Ud. apostar?
- La eco llegó al médico, la vio… y se lució. El fisioterapeuta la vio. Y también se lució…
- La eco llegó al médico la vio… y se lució. El fisioterapeuta no la vio… mintió
- La eco llegó al médico pero no la vio. El fisioterapeuta la vio. Y se lució…
- La eco llegó al médico pero no la vio. El fisioterapeuta no la vio… y mintió
- La eco no llegó nunca al médico. El fisioterapeuta la vio. Mintió y se lució…
- La eco no llegó nunca al médico ni el fisioterapeuta la vio… y éste mintió dos veces
Creo que hay alguna posibilidad más, pero sinceramente no tengo cuerpo para pensar en otras cosas.
No voy a juzgar a nadie, pero las razones por las que puede pasar todo esto pueden ser muy numerosas y algunas dan bastante miedo. Pero
las que más me asustan hoy son la incompetencia y el postureo
Tampoco voy a hablar de soluciones… la auditoría que se la haga otro a estos señores.
Y pensar que todo esto se descubre por un descuido del propio paciente en la entrega de la prueba. En el fondo esto se va a quedar en una anécdota, pero los errores graves en el ámbito clínico suelen venir por una cadena de pequeñas equivocaciones que conducen pasito a pasito al desastre.
Los pacientes son parte del proceso y han de asumir su responsabilidad pero… ¿Dónde está la supervisión en todo esto? ¿En manos de quién ponemos nuestra salud?



