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Decir “fisioterapia” es decir “incertidumbre”

incertidumbreDieciséis pares de ojos me acechan todas las semanas buscando atisbos de inseguridad en lo que digo y hago en mis clases. Ávidos de poner en práctica con sus pacientes lo aprendido por la mañana, mis alumnos llenan su depósito de autoconfianza con mis recomendaciones y mi retroalimentación durante las prácticas entre compañeros. Intentan descubrir esa magia con la que los clínicos expertos parecen entender los casos difíciles y acertar con el tratamiento adecuado. Pero sobre todo intentan adquirir el MÉTODO, en mi caso el Método-Pablo-de-Resolución-de-Problemas©. Aunque para su desazón cada semana se encuentran dos realidades:

  1. El Método-Pablo-de-Resolución-de-Problemas© no es lo que ellos esperaban
  2. La forma de conseguirlo… tampoco

En cuanto a esto último, derribar algunos prejuicios inútiles, adquiridos antes y durante sus primeros años de carrera, es uno de los primeros pasos hacia ese aprendizaje. Alguno de esos pensamientos provienen de la visión que tenemos de la Ciencia y específicamente de la Medicina, como los de la curación del cuerpo, sea por el “efecto superman” o su opuesto: el “efecto chamán”; el de la “infalibilidad del experto” o el de la “superioridad ante el paciente”.

Una característica común en estos tres mitos es que el clínico no duda, acierta mucho y siempre tiene razón (al menos más que el paciente). Y es que, a mi entender

aceptar que la incertidumbre va a existir durante toda nuestra carrera asistencial es uno de los prejuicios más difíciles de derribar para abrazar esta profesión, y encarar los encuentros con los pacientes de la manera más sana y sincera posible

La duda, la incertidumbre y el azar conviven diariamente con nosotros y con cualquier otro profesional clínico, acompañando al paciente también.

¿Cómo superar estos prejuicios con tu paciente/deportista? Tres ideas sencillas que nos parecen barreras infranqueables:

  1. Conoce sus expectativas frente a ti y al tratamiento y tómalas en cuenta. Cuéntale las tuyas también
  2. Habla con ella y comparte tus pensamientos y dudas. Muestrale cómo es tu manera de pensar. Demuestra que no eres superior a nadie y que estás a su lado en esto
  3. Hazle parte de la solución de su problema. Tienes mucha evidencia positiva publicada de los beneficios que tendrá para ella esta forma de tomar decisiones

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Si además eres docente: saca la duda a pasear a menudo. Confrontar las creencias y lo aprendido puede ser una manera, moviendo a los alumnos del confort que supone saberse un estudiante tradicional, en el que reciben sus “apuntes”=”conocimientos” sentados en su silla, con el ordenador o el móvil en las manos. La duda les desarma, les debilita y les intriga porque les enfrenta a sí mismos. Algunos no se se sienten nada cómodos en un principio, pero con el tiempo descubren las ventajas de esta buena práctica. Tres ideas para fomentarlo:

  1. Pregunta, crea actividades y dinámicas que pongan en marcha su pensamiento crítico:
    • Crea un espacio de respeto en clase o en la clínica para que se expresen con confianza
    • Estate preparado para aceptar sus respuestas
    • Dales retroalimentación luego y llévales de la mano. Quizá te sorprendas por acabar en un lugar en el que no esperabas llegar
  2. Dudar no significa no saber. Una duda con una justificación o con diversas opciones no es un problema: es un REGALO que se hacen
  3. Y si puede ser enfrente de los alumnos, mejor: una incertidumbre compartida es más llevadera. Cerrar alguna pregunta con un “no lo sé” no hace daño a nadie, si acaso a nuestro ego

No creo que sea sencillo. Pero si no conseguimos ayudar a otros fisioterapeutas a superar esta barrera, les ocurrirá como a esos compañeros en los que hay épocas que se desviven por que el 2+2 con sus pacientes no sale 4; o que no duermen por que la receta que utilizaron con sus 10 pacientes anteriores, al 11º no le sirve, a pesar de haberla aplicado brillantemente.

Reflexiones de un taller sobre la salud de la espalda

No hace muchos días participé en una actividad organizada en mi universidad a propósito de la Semana de la Salud, que fue bastante provechosa para todos los que participaron en ella. Las enseñanzas que saqué de observar a algunos de los que eran y habían sido mis alumnos son bastante relevantes y creo que nos deben hacer reflexionar sobre lo que los alumnos aprenden en la universidad. Durante un par de horas, trabajadores y docentes de la universidad, tenían la posibilidad de ser evaluados y asesorados por grupos de estudiantes de Fisioterapia, coordinados por dos docentes del departamento (el que escribe fue uno de185107855 ellos). Los alumnos que acudieron lo hicieron de forma voluntaria y sin recibir ningún tipo de contraprestación a cambio, únicamente la vivencia. Para que los grupos fueran equilibrados, y siempre que fue posible, colocamos en cada grupo un alumno de 2º, uno de 3º y uno de 4º. Varios de los alumnos además estaban cursando alguno de los grados dobles Fisioterapia-Podología o Fisioterapia-CCAFYD, por lo que la evaluación y las recomendaciones podrían ser a priori un poco más ricas. Los alumnos disponían de un guion de entrevista y evaluación sobre el que trabajar y al final de la sesión daban consejos y prescribían ejercicios a las personas que acudieron para mantener la salud de su espalda. Las entrevistas y las evaluaciones fueron según lo previsto. Los alumnos se ciñeron al guion proporcionado y fueron añadiendo o quitando cosas según su deseo. El tiempo global se alargó más de lo que habíamos programado pero preferimos darles cancha para que el manejo de cada uno de los pacientes fuera lo más completo posible. Cada trío se organizó según su conveniencia aunque la voz cantante la llevaron casi siempre los alumnos de cursos superiores. Los pacientes fueron modélicos en cuanto a su disposición, paciencia con nosotros y casos prototípicos de disfunciones de la espalda asociadas a sus puestos de trabajo. Creo que nuestros alumnos lo hicieron bien y que, con su corta experiencia, no lo hicieron peor que lo que yo y muchos de nosotros lo habríamos hecho en su lugar. Al final de la sesión nos hicieron saber que su experiencia había sido positiva y que se quedaron con ganas de volver a participar en este tipo de experiencias. Los dos docentes también quedamos con sensaciones parecidas. Pero lo que realmente me lleva a escribir este post es el razonamiento y la toma de decisiones que observé en los alumnos durante esas dos horas, sus posibles causas y las lecciones que podemos aprender como docentes y como profesión:

  1. Fue curioso ver la gran influencia que tenía la segunda carrera que están estudiando alguno de ellos, en la forma de manejar a los pacientes. En aquel grupo en el que participaban los alumnos que también cursan Podología las pruebas de evaluación pasivas y activas del miembro inferior guiaban la exploración de sus pacientes (aunque las quejas de los pacientes fueran de la espalda) y los resultados particulares de las mismas pesaban más en su toma de decisiones. Nuestros estudiantes de Actividad Física y Deporte incluían más pruebas para determinar las cualidades físicas básicas de los pacientes y preguntaban más sobre su nivel de actividad física. Sin olvidar mostrar lo que reciben en las clases de Fisioterapia, estos estudiantes estaban priorizando esos conocimientos en su evaluación.
  2. Los alumnos sesgaban sus preguntas y evaluaciones hacia los contenidos de las asignaturas del curso actual. Por ejemplo, los alumnos de 2º elegían herramientas de evaluación de la elasticidad y fuerza recién aprendidas; los alumnos de 3º se decantaban por test de Osteopatía y evaluación según cadenas musculares; y los alumnos de 4º año que cursaban la asignatura de Terapia Manual Ortopédica de ese curso buscaban intencionadamente problemas neurodinámicos y segmentos intervertebrales con alteraciones de la movilidad, aunque a priori no tuvieran mucho que ver con el caso que tenían.
  3. Después de esto, el lector podría intuir que los hallazgos y las consecuentes recomendaciones domiciliarias para los pacientes fueron muy diferentes en cada uno de ellos… pero he aquí las tres grandes y relativas sorpresas del día:
    1. Las preguntas clave y finales de la entrevista “pretendían” encontrar prácticamente lo mismo en cada paciente. Y cuando no encontraban las respuestas que esperaban, “lo veían” igualmente de esa manera: tendían a no tomar en consideración el resto de hallazgos de la evaluación tan completa que habían realizado unos minutos antes. Los alumnos se justificaban diciendo que querían encontrar “lo que se supone que estos pacientes de espalda suelen tener”
    2. Por otro lado, e independientemente de que los alumnos “aceptaran” o no tomar en cuenta el peso de esas evidencias en su contra, las recomendaciones fueron las mismas en el 90% de los casos que puede supervisar. Tanto en la eliminación de las posibles causas, las recomendaciones dirigidas a limitar los factores contribuyentes y las medidas terapéuticas a adoptar, los consejos fueron calcados en casi todos los casos a pesar de encontrarse frente a pacientes con disfunciones diferentes
    3. Pero el salto mortal llega ahora: sin poder asegurarlo al cien por cien, prácticamente ninguna de las recomendaciones incluidas en esos tres grupos habían salido de los conocimientos específicos adquiridos en la universidad… las dieron, según algunos de ellos, porque “creían que debían darlas”, porque “son las que se recomiendan habitualmente” para problemas de espalda

Para mí es incalculable lo que significa haber asistido en directo a estos abordajes terapéuticos por parte de mis alumnos.487553763 Uno puede leer muchos libros de razonamiento y toma de decisiones clínica y encontrar autores que explican en algún lugar cada uno de los hallazgos anteriores. Pero poder observarlo directamente en alumnos de los cuales uno se siente co-responsable de su formación… no tiene precio. Sin ánimo de aburrir, y de que este escrito de más de 140 caracteres se eternice, comparto contigo las posibles lecciones más relevantes relacionadas con este post. Te invito a re-aprenderlas o a no re-olvidarlas si ya lo hiciste previamente:

  1. Cómo aprendemos:
    1. Cuando aprendemos una técnica, inconscientemente tendemos a buscar o crear situaciones para ponerla a punto o practicarla. Nuestros alumnos están ávidos de ello y más en un taller al que acudieron voluntariamente a practicar y compartir. Además, es una forma de sentirse seguros en su desempeño
    2. Analizamos y comparamos el mundo con lo que ya hemos aprendido y tenemos en el cerebro. Hasta que uno no aprende a diferenciar entre “pino” y “no-pino” los paseos por el monte son más aburridos
  2. Memoria y toma de decisiones:
    1. Tendemos a recordar y dar más peso a los conocimientos y datos que tenemos más disponibles (más a mano) en la cabeza: availability… es un sesgo que todos tenemos. Simplemente hay que recordar que ahí esta y ver cuánto nos influye
    2. Las expectativas pesan mucho y los alumnos preguntaron y “hallaron” lo que suponían que debían encontrar en los pacientes que acuden a un taller de escuela de espalda como ése
  3. El peso de subconsciente, más de expectativas y una pregunta:
    1. Parece que lo más significativo para el alumno es lo último que ha cursado en la distribución jerárquica de conocimientos elegida por la universidad. Puede que no debamos ignorar que esa jerarquización académica de materias ejerce su influencia a la hora de priorizar unos conocimientos sobre otros: se trabaja como se aprende, se aprende como se estudia
    2. Los alumnos, ante un profesor, también dieron las recomendaciones que suponían que debían de dar en una sesión con esta temática. Solo si esas recomendaciones fracasaran creo que estarían abiertos a aceptar y prescribir otras: primero las que encontraran en otro sitio, otro libro o en otro profesor; y en segundo lugar las que estuvieran basadas en sus propios descubrimientos. Pregunta: ¿Cómo podemos conseguir como docentes que esta última manera de actuar se convierta pronto en la primera?

Aunque para mi docencia tienen un valor infinito estas observaciones, no pretendo que esto sean las conclusiones de un estudio cualitativo ni que sean significativas para otros. Solo son unas meras percepciones durante una actividad docente, mis interpretaciones y mis reflexiones personales. Pero para eso es un artículo de opinión, ¿no?

Pablo