Etiquetado: Razonamiento Clínico
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Evolución número publicaciones académicas de razonamiento clínico (pictografía)
TALLER 27 junio: Aprender a utilizar estrategias de Razonamiento Clínico Colaborativo con el paciente de manera práctica
El 100% de los fisioterapeutas clínicos que participaron en un estudio transversal en el año 2013, dicen tomar en cuenta la opinión de sus pacientes a la hora de tomar decisiones sobre sus pacientes. Sin embargo, cuando se les da esa oportunidad dentro de otras, en la resolución de problemas clínicos, solo en un 10% de las ocasiones eligen opciones de tratamiento pensando en la opinión de los mismos (Garcia-Sanchez, 2013).
El Razonamiento Clínico Colaborativo (Edwards et al. 2004) entiende la relación paciente-terapeuta como una colaboración en la que ambos interaccionan por igual, para alcanzar las expectativas del paciente en la resolución de su presentación clínica. Lejos del enfoque cognitivo, por el que es más conocido el razonamiento clínico, el razonamiento colaborativo se acerca a este fenómeno desde el punto de vista de la relación entre ambos (Trede & Higgs 2003). Una relación horizontal, que huye del «paternalismo terapéutico» en el que el único que tiene la solución, y sabe lo que le conviene al paciente, es el clínico («que para eso ha estudiado la carrera y se ha chupado un montón de guardias»).
Dos movimientos dentro del ámbito de la salud solapan objetivos con esta forma empoderar al paciente:
- La Toma de Decisiones Compartida con el paciente en el ámbito clínico es una estrategia que lleva entre nosotros muchos años y está en la base del Modelo BioPsicoSocial de relación con el paciente. A pesar de que esta forma de decisión ha demostrado ser más efectiva que el modelo unidireccional, muy pocos terapeutas hacen un uso real de las diversas estrategias que pueden emplearse (Elwyn, Edwards, & Kinnersley, 1999)
- La Medicina Mínimamente Disruptiva es un movimiento que defiende la necesidad de incrementar la horizontalidad de la relación paciente-clínico. De cara a minimizar el impacto del tratamiento en las actividades de la vida diaria y la participación de los pacientes, el razonamiento clínico colaborativo permite utilizar de primera mano las opciones y opiniones que el paciente desea (May, Montory & Mair, 2009)
Comenzar a enfocar la relación con nuestros pacientes bajo estos prismas es mucho más sencillo de lo que parece. Si eres estudiante o ejerces de médico, enfermero, fisioterapeuta, psicólogo, psicopedagogo, podólogo, terapeuta ocupacional, educador social, neuropsicólogo, neuropediatras, o trabajas con tecnologías sanitarias, comunicación y salud o cualquier otra especialidad en salud pública, pásate por el taller de Razonamiento Clínico Colaborativo que la Asociación Española de Comunicación Sanitaria organiza el 27 de junio dentro de sus cursos de la Escuela de Verano AECS 2016 que lleva por título «Resolviendo el problema del paciente y no el del clínico«.
A lo largo de 6 horas escucharás ejemplos de prácticas inclusivas que han demostrado ser efectivas, y aprenderás a utilizar recursos que puedes poner en marcha desde el primer día
Mediante dinámicas, casos clínicos y utilizando Visual Thinking descubrirás lo sencillo y gratificante que es razonar, codo a codo, con tus pacientes.
Descárgate el programa del taller. Y si te animas, puedes apuntarte en esta página.
Nos vemos por allí,
Pablo
Edwards, I., Jones, M., Higgs, J., Trede, F., & Jensen, G. (2004). What is collaborative reasoning?. Advances in Physiotherapy, 6(2), 70-83. Elwyn, G., Edwards, A., & Kinnersley, P. (1999). Shared decision-making in primary care: the neglected second half of the consultation. Br J Gen Pract, 49(443), 477-482. Garcia-Sanchez, P. C. (2013). Evaluación de actitudes, conocimientos, habilidades y comportamientos relacionados con las PBE de los fisioterapeutas españoles a través de un cuestionario “en acción”. Final Degree Dissertation, USAL May, C., Montori, V. M., & Mair, F. S. (2009). We need minimally disruptive medicine. BMJ, 339, b2803. Trede, F., & Higgs, J. (2003). Re‐framing the clinician's role in collaborative clinical decision making: re‐thinking practice knowledge and the notion of clinician–patient relationships. Learning in Health and Social Care, 2(2), 66-73.
Decir “fisioterapia” es decir “incertidumbre”
Dieciséis pares de ojos me acechan todas las semanas buscando atisbos de inseguridad en lo que digo y hago en mis clases. Ávidos de poner en práctica con sus pacientes lo aprendido por la mañana, mis alumnos llenan su depósito de autoconfianza con mis recomendaciones y mi retroalimentación durante las prácticas entre compañeros. Intentan descubrir esa magia con la que los clínicos expertos parecen entender los casos difíciles y acertar con el tratamiento adecuado. Pero sobre todo intentan adquirir el MÉTODO, en mi caso el Método-Pablo-de-Resolución-de-Problemas©. Aunque para su desazón cada semana se encuentran dos realidades:
- El Método-Pablo-de-Resolución-de-Problemas© no es lo que ellos esperaban
- La forma de conseguirlo… tampoco
En cuanto a esto último, derribar algunos prejuicios inútiles, adquiridos antes y durante sus primeros años de carrera, es uno de los primeros pasos hacia ese aprendizaje. Alguno de esos pensamientos provienen de la visión que tenemos de la Ciencia y específicamente de la Medicina, como los de la curación del cuerpo, sea por el “efecto superman” o su opuesto: el “efecto chamán”; el de la “infalibilidad del experto” o el de la “superioridad ante el paciente”.
Una característica común en estos tres mitos es que el clínico no duda, acierta mucho y siempre tiene razón (al menos más que el paciente). Y es que, a mi entender
aceptar que la incertidumbre va a existir durante toda nuestra carrera asistencial es uno de los prejuicios más difíciles de derribar para abrazar esta profesión, y encarar los encuentros con los pacientes de la manera más sana y sincera posible
La duda, la incertidumbre y el azar conviven diariamente con nosotros y con cualquier otro profesional clínico, acompañando al paciente también.
¿Cómo superar estos prejuicios con tu paciente/deportista? Tres ideas sencillas que nos parecen barreras infranqueables:
- Conoce sus expectativas frente a ti y al tratamiento y tómalas en cuenta. Cuéntale las tuyas también
- Habla con ella y comparte tus pensamientos y dudas. Muestrale cómo es tu manera de pensar. Demuestra que no eres superior a nadie y que estás a su lado en esto
- Hazle parte de la solución de su problema. Tienes mucha evidencia positiva publicada de los beneficios que tendrá para ella esta forma de tomar decisiones
Si además eres docente: saca la duda a pasear a menudo. Confrontar las creencias y lo aprendido puede ser una manera, moviendo a los alumnos del confort que supone saberse un estudiante tradicional, en el que reciben sus “apuntes”=”conocimientos” sentados en su silla, con el ordenador o el móvil en las manos. La duda les desarma, les debilita y les intriga porque les enfrenta a sí mismos. Algunos no se se sienten nada cómodos en un principio, pero con el tiempo descubren las ventajas de esta buena práctica. Tres ideas para fomentarlo:
- Pregunta, crea actividades y dinámicas que pongan en marcha su pensamiento crítico:
- Crea un espacio de respeto en clase o en la clínica para que se expresen con confianza
- Estate preparado para aceptar sus respuestas
- Dales retroalimentación luego y llévales de la mano. Quizá te sorprendas por acabar en un lugar en el que no esperabas llegar
- Dudar no significa no saber. Una duda con una justificación o con diversas opciones no es un problema: es un REGALO que se hacen
- Y si puede ser enfrente de los alumnos, mejor: una incertidumbre compartida es más llevadera. Cerrar alguna pregunta con un “no lo sé” no hace daño a nadie, si acaso a nuestro ego
No creo que sea sencillo. Pero si no conseguimos ayudar a otros fisioterapeutas a superar esta barrera, les ocurrirá como a esos compañeros en los que hay épocas que se desviven por que el 2+2 con sus pacientes no sale 4; o que no duermen por que la receta que utilizaron con sus 10 pacientes anteriores, al 11º no le sirve, a pesar de haberla aplicado brillantemente.
Hablando de Razonamiento Clínico en la Universidad de Salamanca
Con motivo de mis estudios de Doctorado en Neurociencias el miércoles 21 de Octubre del 2015 di una clase magistral en la Escuela de Enfermería y Fisioterapia de la Universidad de Salamanca titulada «¿Vale la pena hacer Razonamiento Clínico en Fisioterapia?». La doctora en Fisioterapia Ana María Martín Nogueras me abrió una de sus clases para que les hablara de razonamiento clínico en Fisioterapia a sus alumnos de tercer curso del Grado. Para mí tenía un significado especial ya que, como puedes leer abajo, siempre estaré unido sentimentalmente a ese lugar, y era una forma de pagar la infinita deuda que tengo con la Jero. Además, esos fisioterapeutas en potencia harán prácticas y tratarán a mis familiares que viven en la región, por lo que poder ayudarles en su desarrollo era tambien una obligación moral para mi.
El grupo es estupendo. A pesar de ser un grupo muy numeroso, participaron en todas y cada una de las actividades provocadoras que les propuse y el objetivo que me planteó Ana cuando me llamó creo que se cumplió con creces: sacudirles el cerebro para que razonen pensando en sus pacientes y reflexionen sobre su propia práctica. El tiempo lo dirá.
Dejo aquí la presentación que les prometí a cambio de que «no tomaran muchos apuntes» durante mi charla.
Muchas gracias a esas mentes que interaccionaron con la mía aportando sus impresiones y opiniones para que salieran a la luz algunos temas en los que yo no había pensado. Conseguísteis que la clase fuera mucho mas rica
Os dejo también el post que originalmente se publicó en 2010 en Moving Physiotherapy en el que se cuenta la historia de la Jero.
Nos vemos en la siguiente,
Pablo
Dar clase en la universidad a los 83 años
La Jero dejó la escuela a los 9 años. Entre ella y su hermana Guadalupe gastaban la mañana, trastada tras trastada, haciéndoselas pasar canutas a la maestra y a sus compañeras de una de tantas escuelas rurales de Salamanca, que tan bien retrata María Antonia Iglesias en su libro “Maestros de la República”. A la sufrida profesora no le quedó más remedio que mandarlas a su casa una mañana de febrero, tras quemarle la falda con las ascuas del brasero en una de las suyas. Después de que los preliminares de la Guerra Civil les dejaran sin padres, sin hermanos, sin tierras y sin hogar al que volver, ambas pasaron a formar parte de la pueril servidumbre que las casas adineradas recogían a regañadientes de los campos debido a un bando de la época. En ese momento terminó su relación formal con los estudios. Aunque eso no significa que dejara aprender nunca. Cualquier papel que caía en sus manos era “leído de cabo a rabo para no olvidar lo estudiado antaño”.
Tras años de servir y de labor en los campos, funda una familia y marcha a Madrid siguiendo a su Paco, en busca de una vida mejor para tres hijos que tenían. Desde su llegada a la capital mantuvo una lucha diaria para poder ofrecer a sus hijos todas aquellas oportunidades de formación que a ella se le negaron. Con un genio inquebrantable no cejó de inculcarles las enseñanzas de la vida, esa inteligencia emocional tan de moda en estos días y tan obligatoria si uno quiere defender su humilde estatus en los madrileños barrios de Villaverde y San Fermín de la época. Tampoco dejó de trasmitirles las costumbres, los dichos, los recuerdos y las historias de esa tierra castellana heredera de los libros de D. Miguel Delibes. No solo las más dulces; también las más duras. Era el mejor legado que podía entregarles. Porque
la Jero pensaba que el mayor peligro que se cierne sobre la tolerancia es el olvido, que el arma más efectiva contra los totalitarismos es la educación
La Jero fue una adelantada a su época. Siempre creí que de haber nacido unos años antes o unos años después podría haber sido una Clara Campoamor o una Margarita Salas. Hace unos años pensó que el lugar perfecto para seguir enseñando a sus ochenta-y-tantos era la universidad. Ella, que siempre soñó con los libros que nunca pudo leer en la escuela, a día de hoy comparte apuntes y clases magistrales con los alumnos y el cuerpo docente de la Universidad de Salamanca: médicos, fisioterapeutas, enfermeros…
Tras ver una entrevista en televisión a Eduardo Haro Tecglen decidió qué, ya que sus órganos no iban a poder ser trasplantados a otras personas, quería también donar su cuerpo a la Ciencia. Con la complicidad necesaria de su hijo y su nieto mayor preparó en secreto la documentación. Y tras fallecer el día 21 de diciembre de 2009, tanto su marido como sus hijos respetaron su decisión de no ser enterrada y de poder seguir siendo útil de alguna manera. Gracias a su inmensa bondad de la Jero su cuerpo fue donado a la Facultad de Medicina de Salamanca, para que fuera utilizado como esta institución tuviera a bien desear. Es duro para la familia renunciar a tener una tumba donde llorar su ausencia, por la extraña sensación de imaginar qué será de ella allá dónde esté… Pero era lo que ella quería. En el fondo, pienso que su ejemplo fue el último regalo que nos hizo.
Sin esta desinteresada y a menudo incomprendida acción de personas anónimas, la formación científica y por ende, nuestros futuros cuidados, se verán duramente mermados.
Espero que los próximos sanitarios que se doctoren en esa escuela de Ciencias de la Salud sean dignos de tan loable legado.
¿Qué le llevó a la Jero a tomar esta decisión? No tengo ninguna duda: su infinito amor al prójimo; a los suyos y a los demás
¡Quién se lo iba a decir a la Jero… a sus años y dando clase en la universidad.
Pablo